22 de marzo de 2016

Cuando 1 es más que 1000

En un ensayo publicado en 1988, Noam Chomsky diseccionaba la forma como los medios de comunicación son capaces de generar consensos entorno a los conflictos que azotan el mundo. Uno de los elementos esenciales es el tratamiento que se le da a las víctimas. Según el enfoque de la noticia, las imágenes utilizadas o el titular, se establecen jerarquías y se generan relaciones entre la víctima y sus circunstancias, dando lugar a posicionamientos muy definidos. Hay víctimas de primera y víctimas de segunda, hay víctimas visibles y víctimas invisibles, hay víctimas que son un número, simples daños colaterales, y víctimas que reciben automáticamente una manifestación masiva i pública de solidaridad e identificación. La diferencia, llana y simple, estriba en quíen las ha convertido en víctima y en la necesidad de generar corrientes de opinión al respecto.

Estos mecanismos se han ido sofisticando a lo largo de los años y se ha generado un nuevo campo de batalla en el marco de las redes sociales, pero básicamente, nada ha cambiado. La víctima es un espejo en el que se refleja su victimario. Por eso los ejércitos occidentales causan daños colaterales cuando bombardean en cualquier rincón del mundo. Por eso los daños colaterales no pasan de ser un concepto o un número detrás del cual no vemos nunca o casi nunca una figura humana. Al otro lado, las víctimas del terrorismo en los países occidentales ocupan de forma envolvente y exclusiva el espacio mediático, recibimos información detallada, al minuto, con fotos y vídeos producidos por los propios testigos, leemos twits y mensajes en facebook, condolencias y lamentos desde todos los rincomes del mundo, declaraciones de políticos y celebridades.

Esas víctimas, y las legítimas emociones por el dolor de nuestros semejantes cercanos, son instrumentalizadas para construir la imagen al otro lado del espejo, un victimario que ocupa así todo ese espacio, convirtiendose en el inmenso peligro que nos acecha. Un peligro que servirá para justificar la política emprendida como respuesta.

La paradoja en un día como hoy, en el que una treintena de muertes en Bélgica generan una atención mediática que no llegan a generar las miles de víctimas que se producen más allá de las alambradas que rodean Europa, es que la confusión y el dolor pueden provocar una inversión de las categorías que nos deberían servir para entender lo que ocurre a nuestro alrededor. Las principales víctimas del terrorismo yihadista se agolpan a las puertas de Europa, pero son vistas como una amenaza. Ellas nos traen el terrorismo, por eso no alcanzan la categoría de víctima. Las acusamos y las dejamos morir. Al mismo tiempo, convertimos en cómplices a gobiernos y gobernantes que con su brutalidad han abonado el terreno para el auge de ese terrorismo atroz. No les reconocemos como los verdugos que son.


  

21 de marzo de 2016

Cuando equidistancia es complicidad

Me han causado cierto estupor dos artículos aparecidos en el periódico digital Majadahonda Magazin referidos al acto organizado por Unidad Contra el Fascismo y el Racismo en Majadahonda el pasado sábado 9 de enero, coincidiendo con el acto que varias organizaciones nazis celebran en la ciudad cada año. La falta de información y el uso tendencioso de la misma, del que hacen gala ambos artículos, merece una respuesta lo más ponderada y constructiva posible, con el fin de aclarar la naturaleza de una propuesta como la de UCFR y su utilidad.

En el primer artículo, MM pone al mismo nivel la conferencia organizada por los nazis en el Hotel Majadahonda, de un supuesto contenido histórico, con el acto de UCFR, olvidando que por la mañana, quienes organizan la conferencia celebran también un acto de homenaje a los legionarios de la Guardia de Hierro, Vasile y Marin, en el que vienen participando no solo Falangistas, como califica MM a los organizadores de tales actos, sino dirigentes de diversas organizaciones de extrema derecha y de marcado carácter racista y violento. A los organizadores del acto de UCFR nos califica de Antifascistas, obviando, no sé si intencionadamente o por ignorancia, que a dicho acto adhirieron numerosas fuerzas democráticas y progresistas de Majadahonda como el PSOE, las Juventudes Socialista, IU, SOMOS Majadahonda y Podemos, y que fue apoyado y difundido por la Asamblea de Majadahonda y otros colectivos. Al acto acudieron personas relevantes de todas estas organizaciones y de la sociedad civil majariega en general.

Sorprende, además, que la segunda mitad del artículo se utilice para contraponer a esta supuesta pugna entre “Falangistas” y “Antifascistas”, la figura de Narciso de Foxá, quien ha presentado una moción para la conmemoración institucional del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. El artículo, que informa de que esta moción es “inclusiva y solidaria”, en el contexto y según mi interpretación, lo opuesto a la propuesta de UCFR, supone un lavado de cara para el alcalde Foxá, que siempre se ha mostrado indiferente y pasivo ante un acto celebrado año tras año y en el cual, en su edición de 2015, se pudieron oír estas palabras: “En 1945 perdimos la guerra todos. Ahora quieren que nos levantemos contra el yihadismo y que lo hagamos para defender a la República, según dice Hollande. Que se maten entre ellos, nosotros no vamos a defender la tolerancia para los homosexuales, las lesbianas, el aborto y el adulterio. El islam es el enemigo. Cuando estemos rearmados moral y militarmente nos levantaremos contra el sistema por haber abierto las puertas de Europa a la inmensa masa de inmigrantes musulmanes".

El segundo artículo, una editorial de mayor extensión escrita después del 9 de enero, sigue colocando al mismo nivel ambos actos, y se congratula de la escasa asistencia a favor de que “se deje en paz a Majadahonda”. Pero, como en el primer caso, el texto está lleno de inexactitudes y opiniones discutibles, que sitúan la línea editorial de MM en la equidistancia entre "fascistas" y "antifascistas", dando a entender que temas como la Guerra Civil deben dejarse en manos exclusivamente de los historiadores.

Esta editorial se refiere a los homenajeados Mota y Marin como “franquistas”, cuando en realidad eran miembros de una organización nazi rumana que cuando llegó al poder participó activamente en el Holocausto. Afirma también MM que el acto nazi contó con menos participación que el año anterior, debido a que los antifascistas esta vez no han realizado tanta agitación mediática como el año pasado. Es una opinión discutible. La agitación de una entidad como UCFR, que pretende aglutinar a la totalidad de la sociedad civil, no tiene como objetivo sumar o restar asistencia a dichos actos, sino movilizar a la ciudadanía y a las instancias e instituciones democráticas para que hagan todo lo posible por impedirlos.

Al contrario de los que sugiere MM, la experiencia de entidades similares a UCFR en Catalunya, Gran Bretaña o Grecia demuestra que cuanta más agitación antifascista, unitaria, amplia y ciudadana, más retrocede el apoyo a la extrema derecha, que tiene, en la celebración de sus actos públicos y en la pasividad de la sociedad en general, un espacio precioso para difundir sus ideas y extenderlas. Si una comunidad, que bajo ninguna circunstancia permitiría un acto de exaltación a ETA o a la pedofilia, permite actos de ideología fascista, es que esa ideología resulta suficientemente respetable como para aceptarla como una más entre las que se desarrollan libremente en un contexto democrático. Yo pienso firmemente que no lo es.  

Finalmente, en un alarde de auténtico “trilero”, MM se atreve a comparar las 253 firmas conseguidas en 3 días por UCFR a través de change.org con la petición al Hotel Majadahonda de que cancelara su conferencia, con las 43.000 conseguidas en defensa del Monte del Pilar a lo largo de varios meses, o las 15.000 para la supresión de la zona azul, que difícilmente se recaudaron en tan pocos días y con tan pocos recursos. Porque el acto de UCFR se concibió, organizó y realizó con muy poco tiempo de antelación y con recursos limitados, y me alegra enormemente haber conseguido, al menos según MM, igualar en asistencia al de los nazis.

No tengo duda de que para el año que viene, tiempo y recursos se multiplicarán exponencialmente, ya que UCFR cuenta con el apoyo de una buena parte de la sociedad civil demócrata y progresista de Majadahonda. Espero que este apoyo siga creciendo, que la agitación “antifascista” siga creciendo y trascienda los límites del municipio, y que finalmente, se consiga desterrar a quienes vienen a Majadahonda a extender discursos de odio y violencia, que poco tienen que ver con la nostalgia o la historia.

¿Qué preferirían, si les preguntáramos, quienes sobrevivieron al Holocausto, ser homenajeados institucionalmente por quienes nunca han condenado el franquismo mientras días antes se homenajea a sus verdugos, o que se prohíba un acto tan ruin como el que el alcalde Foxá y el PP han permitido e ignorado año tras año? Esta es la pregunta que deberíamos responder quienes no queramos situarnos, como MM, en la equidistancia entre Fascistas y Antifascistas.

22 de diciembre de 2015

De confluencias y refundaciones. DCAP fin

Pasó el 20D. La inestabilidad que parece emanar del parlamento nos sitúa en la antesala de una nueva etapa. No ha sido el fin sino el principio. Esta es la principal victoria de las fuerzas del cambio (a saber, Podemos, sus aliados periféricos y UP). La estabilidad es que los ricos siguen siendo ricos y los pobres siguen siendo pobres. Nada nuevo bajo el sol. Ahora se abre un abanico de posibilidades. Tal vez la Troika consiga un gobierno afín en el Estado español, pero no lo tendrá fácil para imponer sus designios. ¿Cómo debemos andar este camino?

Garzón y también sectores críticos dentro de Podemos llaman a la confluencia y a la refundación del espacio antaño llamado izquierda. Está claro que los resultados electorales en Catalunya, País Valencià y Galicia no dejan lugar a dudas del modelo a seguir. Pero eso ya lo sabíamos antes de las elecciones. La cuestión no es el qué, sino el cómo y el quién.

Personalmente, la idea de un nuevo "Vistaalegre", como reclaman desde Anticapitalistas, me pone los pelos de punta. Llevamos más de un año inmersos en un doble proceso de configuración y organización interna y de elaboración de candidaturas y listas electorales, con el colofón de las campañas. Volver a encerrarnos a debatir y deliberar sobre qué somos, qué queremos y cómo conseguirlo podría estancarnos en una dinámica partidista ajena a lo que exige el momento.

No se trata solo de quien vota qué para que gobierne quién, o de cómo sumamos los votos de uno a los votos de otra, sino de políticas antisociales que se van a implementar y a las cuales deberemos hacer frente. Para ello no basta el parlamento.

Lo que de verdad ha puesto de manifiesto esta campaña, es la ilusión y el empeño de unas bases altamente movilizadas, tanto en Podemos como en UP. Esta energía debe servir para relanzar un nuevo ciclo de luchas desde abajo. El 15M, la PAH y las mareas nos llevó hasta aquí, de ellas depende que vayamos aun más lejos. Es en este terreno donde la gente deberá encontrarse para articular nuevas dinámicas de confluencia, en las cuales líderes, siglas y aparatos se dejen a un lado para que vuelvan a retomar su papel cuando llegue el momento, en base a lo que reclame la gente desde abajo.

Claro que, si no hay gobierno y se convocan otra vez elecciones, estaremos ante un nuevo escenario. Esta hipótesis no debe marcar nuestros planteamientos. No hay excusa. Un proceso de refundación y confluencia debe forjarse desde abajo e incluir a todo el mundo, si no, lideres, siglas y aparatos volverán a chocar ante nuestra mirada perpleja. El mensaje desde Galicia, Catalunya y país Valencià es claro, no lo olvidemos: sí se puede.   




4 de diciembre de 2015

La insoportable levedad del bipartidismo. DCAP #06

Vuelvo al diario de campaña después de unos días. Ayer reunión del Círculo, preparativos para las dos semanas intensas que nos esperan. Actos, pegada de carteles, reparto de propaganda en las calles de Majadahonda. Y planeando sobre nosotros las inevitables encuestas. La última, la del CIS, a la espera de la encuesta a pie de urna del 20D, viene a cerrar una etapa política que parece marcada precisamente por eso, por las encuestas. Luego vendrá el reparto de escaños, el nuevo gobierno, las reacciones, el que todos los partidos ganen sea cual sea el resultado, y un nuevo panorama que exigirá cambios de rumbo inapelables.

Pero lo que me choca siempre es las lecturas que se hacen de las encuestas por parte de analistas, periodistas, políticos. Se habla siempre de porcentajes, de escaños, de posibilidades de gobierno, de quién puede ser presidente en base a lo que se piensa que los partidos van a votar, si Ciudadanos investirá o no a Rajoy, si puede haber un tripartito entre Rivera, Sánchez e Iglesias.

Lo que se olvida, generalmente, es la gente, como en todo, de hecho. Qué piensa la gente, qué tendencia de pensamiento y actitud reflejan las encuestas, qué políticas va a sufrir la gente después de las elecciones, cómo va a reaccionar la gente ante esas políticas. Claro, es muy difícil acertar partiendo solo de una encuesta de intención de voto, pero hay elementos para arriesgarse.
Yo me baso en una cuestión fundamental, la crítica a uno de los  análisis que vengo oyendo desde hace tiempo. La idea de que estas elecciones suponen el fin del bipartidismo. Pienso que este análisis es francamente peligroso, y puede distorsionar precisamente la visión de lo que será el panorama político que nos espera después del 20D.

Dos partidos que se alternan en el poder. Colores diferentes, discursos diferentes, tradiciones diferentes e incluso políticas diferentes en algunos temas. Ambos sustentan, con líneas de actuación parejas en cuestiones clave como economía, fiscalidad, empleo o política exterior incluso, lo que se ha venido a llamar el régimen del 78. La monarquía constitucional surgida de la dictadura se ha aguantado sobre dos pilares básicos, el PP y el PSOE. La crisis del bipartidismo refleja la crisis del régimen, decimos. Y proponemos ruptura, proceso constituyente, nueva ley electoral, blindar los derechos sociales en la constitución, democratizar el país.

Crisis de régimen o crisis del bipartidismo. Los partidos sustentan el régimen, pero el régimen no es solo sus partidos, va mucho más allá, y así como el PP y el PSOE luchan con uñas y dientes para superar su crisis y no ser barridos por los nuevos partidos, el régimen también "mueve ficha" para salvarse. Como decía David Fernández en Vallecas, "en la CUP hemos hecho la lectura de que la crisis del régimen del 78 en España se va a cerrar por arriba". Primero, el cambio de rei. Abdicación de Juan Carlos, coronación de Felipe. Una nueva generación joven al timón. Segundo, la brillante y exitosa operación Ciudadanos.

Pensemos qué propone Ciudadanos. Centralismo, unidad, patriotismo, aumento del gasto militar, apoyo a la política exterior del gobierno, dureza policial y militar con el terrorismo (PP). Liberalismo económico, flexibilidad laboral (PP y PSOE). Estado del bienestar, derechos sociales (PSOE). Ciudadanos es una especie de Frankenstein, un grupo de oportunistas ante una oportunidad manifiesta con recursos en sus manos para aprovecharla, pero lo importante no es que vengan a terminar de una vez por todas con el bipartidismo, sino que vienen a cerrar la brecha que la crisis del bipartidismo abre en el régimen del 78. Si ya era díficil para las opciones de cambio derrotar a dos partidos, ¿cuánto más difícil será derrotar a tres? El régimen tiene ahora tres pilares en los que sostenerse. La crisis se cierra por arriba.

Resumiendo:
¿Qué piensa la gente, qué tendencia de pensamiento y actitud reflejan las encuestas?
Es obvio que una mayoría quiere regenerar la política del país, quiere caras nuevas, jóvenes, discursos nuevos y honestidad, sacudirse de encima la corrupción. El cambio político es otra cosa. Somos aun muy poca gente quienes queremos esos cambios. No olvidemos que Franco murió en la cama.

¿Qué políticas va a sufrir la gente después de las elecciones?
Fácil. Las políticas del régimen del 78, las que venimos sufriendo estos últimos años.

¿Cómo va a reaccionar la gente ante esas políticas?
Incierto, pero la movilización contra las violencias machistas del 7N en Madrid marca el camino. Ese día sentí que había mucha energía contenida en las calles. Después del 20D se acabó el ciclo electoral, se acabó discutir de listas electorales, se acabó convertir la unidad popular en un pacto entre candidatos. Después del 20D habrá que tomar la calle. La gente, los de abajo, y luchar. Creímos que no haría falta. Nos engañaron.




16 de noviembre de 2015

Aleix Vidal-Quadras viajando en turista. DCAP #05

El otro día pude ver el programa de Pablo Iglesias, Fort Apache, cuyo debate trataba las elecciones del 20D. Entre muchas otras cosas, se habló de los discursos y los contenidos. Unos defendían la necesidad de contarle a la gente la realidad política en toda su complejidad. La experiencia de Grecia obliga, argumentaban, a dar respuesta a las cuestiones de fondo que tienen que ver con la falta de soberanía ante poderes políticos y económicos ajenos. ¿Se pude o no se puede? Otros planteaban que la posibilidad de cambio requería llegar a la gente de forma más directa, buscando la manera de conectar antes que dejarse arrastrar por la muy denostada pedagogía de la izquierda clásica. No hablemos ya de plantear debates sobre el Euro y demás.

En esa cuestión no le falta razón a Pablo Iglesias. La experiencia griega no es solo la de Syriza y Tsipras, sino también la desastrosa de Unidad Popular. Asumámoslo. El cambio, si llega el 20D, no nos conducirá fuera del Euro ni nos librará de la Troika. Para eso queda mucha guerra aun.
En cuanto a los discursos, el candidato podemita esgrimió una anécdota a modo de ejemplo. Desactivamos a un político como Aleix Vidal-Quadras rápidamente, contó, cuando llegamos al Parlamento Europeo y dijimos que los diputados y diputadas no deberían volar en primera clase. Quadras se negó, pero se quedó fuera de juego, por decirlo así, cunado Iglesias argumentó que es una cuestión de honestidad que un político viaje en turista en un país azotado por la crisis, donde la mayoría de las personas no pueden permitirse semejantes lujos.

Honestidad y privilegios. La gente normal frente a la casta. Desgraciadamente, igual de fácil es desactivar políticamente a la vieja casta con un discurso semejante, como desactivar a quienes lo esgrimen. Para eso solo hace falta que Aleix Vidal-Quadras acceda a viajar en turista. ¿No es eso al fin y al cabo Ciudadanos? Jóvenes, guapos y guapas, que viajan en turista, que dan imagen de honestidad y honradez (en verdad no sé en qué viajan, es una metáfora, claro), pero que aplicarán, y así lo han demostrado en el Parlament de Catalunya, las mismas políticas que Aleix Vidal-Quadras, viajando en primera.

Lo he dicho más de una vez en las asambleas del Círculo de Majadahonda. Limitar el discurso a la corrupción, a la honestidad de la nueva política frente a la vieja casta, es un error de bulto, terreno abonado para el éxito de Cs, el Podemos de derechas que quería la patronal y el poder financiero. La corrupción ha sido el medio con el que se ha enriquecido la casta, las políticas neoliberales lo que ha empobrecido a los de abajo. Los gestos están muy bien, pero si no se llenan de contenido político, cualquiera los puede emular.


6 de noviembre de 2015

Ganar es contingente, la razón es necesaria. DCAP #04

Esta última semana empiezo a leer artículos y a escuchar algún que otro personaje de la izquierda reivindicar la necesidad de un movimiento en la calle ante el desastre electoral que vaticinan las encuestas. A buenas horas. Sin la calle no se puede ganar. Cierto. Pero eso es ahora y también cuando las encuestas daban a Podemos como cabeza de serie. Entonces nos dejamos arrastrar por la marea electoralista, la más efímera y estéril de las mareas, que ha relegado mucho más allá que a un segundo término las mareas blanca, verde, violeta, roja, todas las que confluyeron, permitidme el uso de esta palabra hoy maldita, en una manifestación en Madrid de dos millones de personas convocadas por las Marchas de la Dignidad, el sindicalismo alternativo y combativo que llegó del sur.

Desde entonces, silencio y vacío. Decía Pablo Iglesias por esa época que la política no trata de tener razón sino de ganar. Dejarse imbuir por semejante mamarrachada es un error que estamos a punto de pagar muy caro. La única política que conozco que valga la pena, es la que lucha por el éxito de la razón. La razón es la base del proyecto ilustrado, un proyecto de emancipación cuyo objetivo es la universalización de los derechos humanos. Sus pilares son los viejos valores republicanos, igualdad, libertad y fraternidad, ninguno de los cuales debe estar por encima de los otros.

Todo esto, claro, puede sonar muy viejo y gastado a quienes nos han hecho creer que la democracia puede llegar a través del teléfono móvil, el ordenador o la "tablet" sin necesidad de bajar a la plaza y mancharse las manos. Pero aunque tal vez acierten en la idea de que hace falta reformular conceptos y replantear formas y estructuras para conectar con la gente, la verdad que se impone al fin es que la razón requiere debate y participación, espacios compartidos en los que relacionarnos políticamente, en los que tomar partido y formar parte, en los que decidir e imponer desde abajo la voluntad colectiva. Para eso no sirve internet.

En cuanto a la diferencia entre ganar y tener éxito, lo poco que se puede decir es muy obvio. El éxito está condicionado al proyecto, a su desarrollo y expectativas, y sirve para impulsarlo a su vez, para acumular experiencias que se traducen en fuerza y en nuevos impulsos. Ganar es todo lo contrario. Hay que supeditar el proyecto a un objetivo que exige planteamientos tácticos y estratégicos, también políticos, ideológicos y de principios. El proyecto se transforma para ese fin, cuando lo que se pretendía era transformar la sociedad, cambiar el mundo.

Este último año hemos creído lo contrario. Que ganar era la única opción, que había que organizarse para ello, y que quien se plantea metas más modestas nunca va a conseguir nada. Ojalá fuera tan simple. La realidad es obstinada, y ahora toca empezar a pensar en el día después, en cómo afrontar nuestras carencias, en coómo replantear proyectos, reconstruir puentes, recuperar lo perdido. Antes sin embargo, una campaña electoral, conscientes, ahora sí, de que se trata de una batalla más en uno de los frentes de esta buena, vieja y compleja lucha. Por el éxito de la razón, claro. Si hay que ganar, que sea en la lotería.





 

28 de octubre de 2015

La infancia reencontrada. DCAP #03

Esta mañana me ha sorprendido a través de facebook un precioso vídeo-poema realizado por mi amigo Pau Atienza. Las imágenes de Laura, su hija de 6 años, jugando a orillas del mar en verano y un texto de Joana Raspall que transmite de forma llana y emotiva el sentido de la solidaridad. La fuerza de la pieza se debe tal vez a que no hay conceptos tan próximos entre sí como estos dos: infancia y solidaridad. No se trata de la congoja que nos puede provocar a los adultos la imagen del sufrimiento de niños o niñas. Es algo más esencial.

La infancia es un momento de descubrimiento en el cual nos encontramos desnudos ante un mundo que nos golpea por igual en lo bueno y en lo malo. Cambian las circunstancias según nuestra procedencia u origen, pero no hemos sido moldeados por ellas. Por eso en una playa, en un campo de refugiados palestinos o en la frontera húngara ante las alambradas, la imagen de un niño o una niña nos provoca siempre la sensación de estar delante de la verdad, de un ser que conserva la pureza de lo que nos hace humanos a todos y cada uno de nosotros, a cada una de nosotras.

La solidaridad es un acto colectivo, es la socialización de una reacción individual ante el sufrimiento del otro, cuando le reconocemos como parte de un todo al que también pertenecemos. El llanto, la risa, el juego, el miedo. En la infancia reside esa pertenencia originaria. La infancia es nuestra humanidad, fraternidad entre libres e iguales. Por eso una sociedad donde los niños y las niñas sufren el maltrato de las instituciones y de los adultos que las dirigen es una sociedad que debe ser desmantelada, repensada y vuelta a edificar, piedra sobre piedra.

El sábado pasado mi hijo Simón me acompañó al centro de Majadahonda, donde la gente de la Asamblea Popular, más o menos rebautizada como Majadahonda Acoge, había organizado una recogida de ropa para las personas refugiadas que llegan de Siria huyendo de la guerra. Simón ayudó a organizar cajas, jugó con Teo, un niño de su edad que también corría por allí, me acompañó a comprar cinta de embalar y luego patatas y aperitivos, y en un momento dado, agarró un fajo de octavillas informativas y se dedicó a repartirlas en medio de la calle. Se las entregaba a la gente que pasaba y les decía "Para los sirios de la guerra".

Nada de lo que hizo le fue impuesto, ni se le empujó o convenció de ninguna manera. Tampoco creo que para él hubiera diferencias entre cada una de esas actividades. Jugar, correr, llenar cajas de ropa, ir a comprar o repartir octavillas. Una experiencia libre y justa compartida con sus semejantes. Un acto puro de humanidad. Como jugar con las olas a la orilla del mar un cálido día de verano.



  

    

23 de octubre de 2015

De encuestas, círculos y voluntarios. DCAP #02

En el Círculo de Podemos en el que participo se nos encomendaron dos tareas. Hacer una encuesta sobre la intención de voto de los ciudadanos de nuestra pequeña ciudad y otra encuesta sobre los problemas del pequeño comercio. Ambos requerimientos venían acompañados de una lista pormenorizada de instrucciones como llevar una camiseta de Podemos, sonreír siempre, no discutir con quienes nos increparan... Se pedía que el círculo reclamara voluntarios y voluntarias entre su gente para tal labor. Creo que no hemos llegado a realizar ninguna de las dos encuestas. Alguien preguntó si pagarían por hacerlas, y al ser respondido que no, invitó al CC autonómico a hacer ellos mismos el trabajo.

Puede parecer de risa, pero yo pienso que esto refleja de forma muy clara la deriva que ha llevado Podemos desde Vistalegre. Una deriva que ha provocado dos cosas: la desbandada de gente en los círculos y el descenso en las encuestas. Hay muchos más factores, claro, pero resulta obvio que un puñado de politólogos son capaces de realizar muy buenos análisis de la situación, pero eso no les convierte en buenos dirigente políticos.Los círculos de Podemos canalizaron desde el primer momento la ilusión de mucha gente que buscaba una nueva forma de hacer política. Se convirtieron en un espacio abierto de activistas de múltiples procedencias. Desde personas que no habían participado nunca en semejantes actividades a gente del 15M, pasando por rebotados de otros partidos u organizaciones. Fueron momentos de efervescencia en el que se debatía políticamente y se formaba parte de un proceso colectivo. Poco queda de todo eso. Se nos reclama como voluntarios para hacer encuestas, después de un proceso en el que la fiebre por conseguir un cargo y las prácticas para evitar que se establecieran corrientes críticas o contrapesos a la dirección, centralizada entorno a un núcleo muy reducido, convirtieron a los círculos en simples correas de transmisión sin capacidad real de intervención decisoria en el desarrollo de la organización.

Lo que más me chocó, signo inequívoco de la situación que vivimos, es que en las instrucciones recibidas para la primera encuesta, uno de cuyos objetivos era dar a conocer las propuestas de Podemos e intentar ganar votos entre incrédulos e indecisos, se nos advertía de no perder tiempo con quienes habían sido votantes nuestros. Nada de invitarles a las reuniones y actividades del círculo, nada de hablar sobre la situación política y animarles a participar, nada de estrechar lazos entre la gente del cambio, solo unas directrices para la mayor eficiencia y productividad de una actividad con un objetivo claro. ¿Y la nueva política? ¿Y la política a secas? Habrá que empezar a pensar en recuperarla, porque el voluntariado es para el COI y las fundaciones privadas. El nivel de conciencia que nos dejó el 15M exige mucho más de una dirección política que deberá repensarse después del 20D. Que sea para bien.




21 de octubre de 2015

Diario de campaña de un activista perplejo #01

A dos meses de las próximas elecciones generales, las encuestas nos arrojan a la cara unos presagios funestos para quienes llevamos años trabajando por el cambio desde la izquierda. Más que arremeter contra la encuesta como ciencia de la manipulación y la propaganda, convendría analizar la situación desde dos perspectivas diferentes. Primero, hay que ser conscientes de que si nos parecen malas, se debe a un proceso político apasionante que nos ha hecho acariciar la posibilidad de victoria, y que, si bien parece obvio que estamos lejos de ese logro, se han puesto los cimientos para empezar a construir una propuesta que tenga una capacidad transformadora como la izquierda no ha tenido en los último años.

Sin embargo, difícilmente conseguiremos abordar con éxito el arduo trabajo post electoral si no asumimos los errores que nos han llevado hasta aquí, lo que nos permitirá elaborar nuevos planteamientos estratégicos y tácticos. Lo decía Manolo Moneréo ante Pablo Iglesias en Fort Apache. El error del PCE fue articular un discurso de triunfo cuando debía haber reconocido la derrota, y la transición lo fue, lo que le impidió articular la respuesta adecuada. Espero que el líder de Podemos haya tomado buena nota, porque su formación ha acumulado tantos errores que sería difícil enumerarlos todos. Ni el populismo era la opción para la izquierda, ni es posible diputar el centro político, donde PSOE y Cs ocupan la mayor parte del terreno, ni un partido regido de forma vertical por un núcleo reducido de profesores universitarios, con la idea de dedicar todos los esfuerzos a ganar las elecciones puede mantener la ilusión y el compromiso de las miles de personas que se movilizaron alrededor de la campaña europea.

"La política no va de tener razón sino de ganar", decía Pablo Iglesias en los inicios de Podemos, y las plazas se llenaban para dejarse imbuir por la euforia de una promesa demasiado bonita para ser cierta. No lo era, o en todo caso se planteaba de forma banal. ¿Ganar qué? ¿Ganar quién? ¿Ganarle a quién? Asumir que la victoria de los de abajo es la victoria de un partido es nuestro gran error, y después de las elecciones, a las que debemos dedicar todo nuestro esfuerzo, habrá que asumir ese error y volver a replantear las cosas. Desde abajo y a la izquierda, partiendo de que ni la unidad popular ni la confluencia tienen que ver con listas electorales o partidos políticos.



27 de agosto de 2015

El grito de Trotsky

La casualidad ha querido que este mes de agosto, cuando se han cumplido 75 años del asesinato de Trotsky a manos de Ramón Mercader, agente del estalinismo, me encontrara leyendo la fabulosa novela del escritor cubano Leonardo Padura El hombre que amaba a los perros, que narra el exilio del líder bolchevique desde su salida de la URSS y las andanzas de su asesino, desde que es reclutado por su madre Caridad y apartado de las trincheras de Guadarrama en plena guerra civil. No fue nada premeditado. No pensé en tal coincidencia ni recordaba en absoluto en qué época del año había muerto Trotsky, pero cuando empecé a ver y a leer recordatorios de la efeméride, tuve la sensación de que me acercaba un poco más al personaje de la novela, o que el personaje de la novela se acercaba más al Trotsky real, y juntos configuraban en mi cabeza una imagen que va más allá del relato histórico.

Tal vez estoy quitándole méritos a la novela y esta me hubiera provocado la misma reacción de haberla leído en otra época y otro año. Quién sabe. Se trata de una obra extensa, escrita en un tono y un estilo directos, casi de crónica, con reflexiones certeras puestas siempre en boca o en la mente de los personajes. Porque ese es, pienso yo, el objetivo, adentrarse en la vida y los hechos concretos en los que se vieron envueltos los principales protagonistas de la historia, que es también historia en mayúsculas. Nos adentramos en su entorno inmediato, nos situamos a su lado y les seguimos de cerca, en la intimidad. Somos testigos de cómo les afectan los grandes acontecimientos que se sucedieron día tras día en esa época turbulenta, del impacto que tiene la historia en la vida privada de sus protagonistas. La novela constituye a su vez una reflexión sobre cuestiones políticas de fondo y de gran calado, recogidas también en una tercera línea narrativa situada en las décadas 70 y 80 en la isla de Cuba, donde Mercader pasó sus últimos días después de salir de la cárcel.

La violencia revolucionaria, el fanatismo convertido en obediencia ciega, el miedo como arma, su fuerza y su capacidad de corromper y corrompernos, la necesidad del debate interno dentro del partido revolucionario, el sentido de las purgas estalinistas mediante las cuales se borró la memoria de la Revolución de Octubre, exterminando a quienes la protagonizaron. El propio Trotsky personaje, en el libro reflexiona sobre su papel y el de Lenin en la formación de la Cheka y el inicio del terror en los tiempos de la Guerra Civil. No se puede comparar una cosa con la otra, las acciones resueltas que se emprenden en medio de un conflicto armado para salvar la revolución y sus principios, con la represión brutal y el terror desatado cuyo único fin es consolidar el poder absoluto de quien impone un régimen totalitario, la muerte de esos principios. Pero aun así, ¿no sería eso el punto de partida, el primer eslabón que nos conduciría hasta las purgas y el gulag?

Trotsky es un personaje aislado, rodeado de sombras, que reflexiona a la distancia y sigue su lucha sin cuartel con la desesperación del hombre de acción obligado a mantenerse al margen. El peligro le acecha, y mientras huye y se esconde, familia, amistades y camaradas perecen por todo el mundo bajo el terror de Stalin. Uno de los momentos más conmovedores del libro es cuando el pintor Diego Ribera le comunica la muerte en misteriosas circunstancias de su hijo Liova, quien se encontraba al frente de la IV Internacional en París. Nos damos cuenta entonces de la dimensión de la tragedia. Una dimensión que es doble, en lo político, por lo implacable de la persecución que sufriera el movimiento trotskista y sus miembros, pero sobre todo en lo personal. Solo un nieto sobreviviría a la ferocidad estalinista.

Mercader, por otro lado, se convierte a medida que avanza la acción, en el contra plano de Trotsky. Apartado del frente para ser entrenado como agente secreto, su personalidad real es sepultada bajo la falsa identidad que le serviría para acercarse a los círculos privados del viejo bolchevique y al fin, al interior de su casa. Se ve obligado a romper con la mujer que ama, a vivir una vida falsa y ajena a todo lo que le define como ser, y a seguir desde la distancia, fingiendo indiferencia a veces, el devenir de los acontecimientos. ¿Dos caras de una misma moneda?

Una de las lecciones más importantes que nos ha legado el marxismo, a mi modo de ver, es que la historia no la hacen los grandes hombres sino las fuerzas sociales en conflicto. La historia es la historia de la lucha de clases. Pero en esta lucha, organización y liderazgo tienen un papel fundamental. Posiblemente, de haber sobrevivido, Trotsky no hubiera podido cambiar la historia, y tanto el estalinismo como el reformismo socialdemócrata habrían emergido de la Segunda Guerra Mundial como corrientes hegemónicas en la izquierda mundial. Pero no hay duda de que la intervención de Trotsky hubiera dotado al movimiento trotskista de una cabeza lúcida y de un líder de valor inestimable. Algo sí habría cambiado.

No sé hasta qué punto una figura siniestra en su mediocridad como Stalin podría haber llegado a pensar con esa perspectiva histórica o simplemente asesinó a Trotsky como punto culminante del sangriento proceso de erigirse en dictador absoluto de la “patria socialista”, clavando el último clavo en el ataúd de la Revolución de Octubre. Sea como sea, el acto de Ramón Mercader no deja de estar revestido de una trascendencia imperecedera. Igual que en la novela de Padura el grito de Liev Davidovich sigue sonando en la cabeza de Ramón Mercader hasta el fin de sus días, el eco de sus pasos y de los pasos de su familia, sus amigos y amigas, y de multitud de camaradas de la Oposición de Izquierdas asesinados por el estalinismo, resuena hoy con fuerza entre quienes defendemos aún lo mejor de aquellos ideales, y luchamos, como antaño, por un horizonte de transformación ética de la sociedad.

17 de julio de 2015

Consideraciones sobre la Unidad Popular, Podemos y la lucha desde abajo

1. La dirección de Podemos y el rumbo tomado, desde Vista Alegre hasta las primarias a circunscripción única, cierra la puerta a la posibilidad de que Podemos sea aquello que prometió ser. No negaré que las decisiones se toman consultando a la afiliación, pero creo que los procedimientos impuestos cercenan el debate interno real, la pluralidad y el protagonismo de los Círculos.

2. La consecuencia a esta deriva es que mucha gente se queda fuera. Es natural, comprensible e incluso deseable que la gente intente recuperar esos principios fundacionales fuera de Podemos, ya que no parece posible hacerlo dentro.

3. La iniciativa lanzada bajo el nombre Ahora en Común ha recibido críticas y ataques por parte de algunos miembros de la dirección de Podemos cuyo ensañamiento y desprecio velado demuestran que es percibida como una amenaza real.

4. Vivimos un momento histórico que abre el camino a una victoria insólita, pero esta solo se plantea en términos electorales.

5. Sobre la mesa el debate se refiere a cómo ganar las elecciones generales a finales de año. Podemos se postula como única herramienta capaz de ello, y acusa a Ahora en Común de representar una figura arcaica y alejada de la realidad del momento como el Frente de Izquierdas.

6. Del otro lado, Ahora en Común se define como un proyecto ciudadano, y apela al resultado de las candidaturas municipalistas en grandes ciudades como Barcelona o Madrid para justificarse. Podemos por si solo no va a poder.

7. Posiblemente ambos tengan razón y estén equivocados. A la dirección de Podemos no solo le interesa el resultado electoral. Le interesa construirse como fuerza política independiente capaz de retar por sí sola a los partidos del régimen. A la dirección de Podemos le interesa controlar el proceso para seguir con la línea marcada desde Vista Alegre.
Ahora en Común responde a la necesidad de la izquierda tradicional de reinventarse para no quedar marginada en un momento histórico como el que estamos viviendo, haciendo lo que debería haber hecho mucho antes.

8. La situación es delicada. Dos proyectos que tienen cosas buenas y cosas malas. Pero por encima de todo, una realidad: si llegamos a noviembre con dos candidaturas separadas, el momento histórico puede cerrarse con una derrota estrepitosa.

9. Siendo miembro del Consejo Ciudadano de Podemos Majadahonda he firmado en apoyo a Ahora en Común. Siendo militante de izquierdas desde hace años tal vez me identifique más con lo que Ahora en Común representa. Sin embargo, mi intención al apoyar el nuevo proyecto es reivindicar los principios fundadores de Podemos, y reclamar a la dirección un nuevo rumbo, como lo ha hecho la iniciativa Podemos es participación (que también he firmado).

10. La Unidad Popular no puede ser una coalición de partidos, pero tampoco un partido. Podemos lo es, y por tanto no puede reivindicarse como garante de la unidad popular, por mucho que invite a todo el mundo a presentarse a unas primarias que solo Pablo Iglesias y su lista pueden ganar.

11. La Unidad Popular tampoco puede ser una candidatura electoral. Debe ser un espacio de encuentro de todos aquellos sectores sociales, políticos o sindicales que luchan por un cambio real, un espacio para la acción y el debate programático, estratégico y organizativo de los de abajo. Si este es el enfoque de Ahora en Común tendrá vida más allá de las elecciones, y podría constituir una herramienta fundamental en el hipotético escenario de un gobierno PSOE-PODEMOS (o viceversa, posibilidad a tener en cuenta tal y como parecen indicar las encuestas).

12. A modo de conclusión, Podemos es hoy la mejor herramienta para hacer frente al combate electoral que se avecina, y cualquier alternativa que no cuente con eso está condenada al fracaso. Podemos es esa erramienta porque la linea marcada en Vista Alegre tiene como objetivo construir "una máquina de guerra electoral". Pero ganar las elecciones no basta, hace falta una ciudadanía empoderada y movilizada. Ahí es donde han tenido más éxito las candidaturas municipales, como Ahora Madrid o BCN en Comú, que Podemos, que se ha quedado a medias y ha visto como muchos círculos perdían fuelle, en parte por la desafección provocada por esa línea electoralista. Cualquier proyecto que reivindique la Unidad Popular fuera de Podemos debe tener eso en cuenta y alejarse de la tentación de competir electoralmente.

PS. Es difícil predecir qué va a ocurrir en Grecia dada la derrota de su gobierno frente a la Troika. Es posible que sea más fácil para el régimen ahora que antes acusar a Podemos de presentar propuestas irrealizables señalando a Syriza como ejemplo. También es posible que se abra un nuevo ciclo de luchas y resistencia por parte del pueblo griego que empiece a plantear de forma seria la salida del Euro como único camino para acabar con la austeridad. Sea como sea, la unidad de los de abajo y desde abajo va seguir siendo una necesidad fundamental.

30 de junio de 2015

Europa para "los europeos"

El titular principal de la versión en papel de El Mundo de hoy, treinta de junio, ha llamado especialmente mi atención: Ultimátum de Europa a los griegos. Llama la atención sobre todo por lo que no dice, principalmente porque dice muy poco. Es el contexto lo que llena de sentido las palabras, que vienen cargadas de una tendenciosa interpretación de la actualidad que estamos viviendo. O al menos de uno de los acontecimientos más candentes de esta actualidad.

Y no hay que ser muy listo, o avispado, o desconfiado, para darse cuenta de la intencionalidad que ni siquiera pretende ocultar quien ha elaborado semejante mensaje. Los que hemos seguido mínimamente las recientes informaciones, que se suceden día a día a un ritmo vertiginoso, en torno a las negociaciones entre el Eurogrupo y el gobierno griego de Syriza, sabe perfectamente cual es, o debe ser, el citado “ultimátum”. De ahí la importancia de un segundo nivel de lectura que a mi modo de ver se pretende sea el principal.La ausencia de verbos sugiere una situación de impase. No hay acción. “Europa” no hace, envía o lanza un ultimátum, porque es la otra parte, aquí nombrada como “los griegos”, quienes están llamados a una acción que es consecuencia a su vez de una acción suya anterior, o sea, haber votado a Syriza. Pero no se trata solo de situar la pelota en el campo de "los griegos" cargando sobre sus espaldas toda responsabilidad ante lo que se hizo, se hace o se hará.

Hay una diferencia sustancial entre las dos formas de nombrar a los protagonistas de esta no-acción. Por un lado, “los griegos” define o señala de forma literal (sexismo aparte) a todas las personas que reciben dicho “ultimátum”: la ciudadanía griega convocada a votar en referéndum si acepta o no las medidas de austeridad propuestas por el Eurogrupo. Frente a este puñado de personas definidas por ser “griegas”, un nombre propio, Europa, cuya ambigüedad obliga al lector a hacer un ejercicio de identificación. Estamos pues, llamados a identificar un concepto, la idea de “Europa”, con un sujeto concreto a partir de la realidad que conocemos por el contexto.

Sabemos que un “ultimátum” a "los griegos" solo puede venir del Eurogrupo y la Troika, quienes han estado dictando las políticas de austeridad a los países de la UE, así pues, la identificación sugerida es precisamente la de esas instituciones con la “idea” de Europa, un espacio de democracia, bienestar  y derechos humanos, tal y como mucha gente ha considerado la Unión Europea desde su creación.

Yo personalmente nunca he creído que la UE es un paraíso ni que la Troika esté comprometida con la democracia, el bienestar y los derechos humanos, y por eso mi contexto, por decirlo de una manera, contiene ciertas diferencias en los matices. Yo leo en el titular de El Mundo otro “ultimátum”. “Los griegos” con su acción se sitúan fuera de “Europa”, porque “Europa” es precisamente lo que la Troika y el Eurogrupo dictan. Pero en realidad “los griegos” no son la ciudadanía griega, sino todos los pueblos de todos los países europeos que se ven abocados a la austeridad, y a todos esos pueblos va dirigido el  mensaje. Austeridad o muerte, dice el “ultimátum”. Y lo dice “Europa”, porque “Europa” es Merkel y Lagarde, Strauss-Kahn y Rajoy, el BCE y las Agencias de Calificación. Incluso Obama, Hillary o el hermano Bush son más “Europa” de lo somos las personas que poblamos su territorio, que trabajamos en él, que sufrimos día a día las consecuencias de unas políticas que aplican esas personas, que no sufren sus consecuencias, obviamente.

Fijaos todo lo que se puede decir con un simple titular. O todo lo que puedo llegar a pensar, lo cual es otra historia. Lo importante ahora es que el pueblo griego está llamado a dar el primer paso, democracia mediante, hacia la reconquista de Europa para "los europeos" (y las europeas, claro), para todas esas personas que vivimos y trabajamos en Europa, sea cual sea nuestro lugar de nacimiento, arrojando al basurero de la historia a la mafia financiera que impone la austeridad sin sufrirla. No hace falta decir a quién le va tocar dar el siguiente paso.

12 de junio de 2015

La Unidad Popular y el run run de las siglas

Creo firmemente que hace falta una candidatura de Unidad Popular para las generales, pero en todos los artículos que he leído defendiéndola, no dejo de intuir, agazapado entre las palabras, un debate clásico y cansino, el de las siglas y las marcas. Lo llevo aguantando desde que empecé a militar, cuando nos reuníamos en una plataforma o una campaña para organizar una manifestación, allá por los 90, tarde o temprano se discutía sobre si el cartel debía estar firmado por la plataforma o incluir la sopa de letras con la lista de organizaciones presentes.

Ahora parece que todos aquellos que insistían en aparecer con su firma, se han dado cuenta de que lo mejor es el nombre que aglutina de forma transversal a organizaciones y ciudadanos por igual. Es lo que parece traslucirse del resultado de las elecciones del 24M con el éxito de Carmena y Colau y las mareas gallegas. Como consecuencia, hasta la mismísima Izquierda Unida se muestra convencida de dejar de lado su marca.Sin embargo, creo que es conveniente señalar algo que resulta paradójico. El siguiente paso después de asumir algo que deberían haber asumido antes, es un acoso generalizado a Podemos para que renuncie también a su marca. ¿Hemos abandonado el debate de las siglas? No. la vieja izquierda sigue aferrada a esa cuestión. Menos el bueno de Anguita tal vez, que dice, sabiamente, que la Unidad Popular no puede pensarse como una candidatura, que se construye desde abajo, juntándonos movimientos y organizaciones para crear espacios de encuentro, colaboración, elaboración de programa, etc.

Y este es tal vez el quid de la cuestión. La mayoría de articulistas que loan el éxito de las candidaturas unitarias, olvidan que gran parte de este éxito se debe a Podemos, olvidan el papel de los candidatos y candidatas, y olvidan el papel de la militancia, esencial para una campaña electoral austera en medios y basada en el activismo, el "puerta a puerta", la presencia constante en la calle (mucha gente de Podemos se volcó en las campañas municipales debilitando así las campañas autonómicas). Pero cuando se utiliza el éxito de la Unidad Popular el 24 M para argumentar a favor de una candidatura de Unidad Popular para las generales, se olvida también que esas candidaturas se forjaron desde abajo, en un proceso abierto y participativo largo, costoso, paciente.

Personalmente, dudo mucho que los tiempos permitan llevar a cabo un proceso similar a nivel estatal, un proceso parecido al que ha llevado a cabo Podemos a lo largo del último año, no lo olvidemos. Pienso que al final, la candidatura que salga, espero que solo una, se creará desde arriba, entre las direcciones de Podemos, de IU, de Compromís, Anova etc Esa es para mí la dialéctica que importa, y más cuando el reto realmente crucial al que vamos a tener que hacer frente sea tal vez el del TTIP, algo que va a requerir una Unidad Popular desde abajo y en la calle.

Yo espero que quien decida al final qué candidatura, escoja la mejor marca posible desde la óptica electoral, la que dé mejor resultado, espero que la decisión se tome articulando procesos lo más democráticos y participativos posibles, dadas las limitaciones de tiempo, y espero que todo el mundo supere la "cuestión de las siglas" de una vez por todas. A mí, personalmente, me da igual. Me da igual la marca. Espero que Podemos sea capaz de articular esa candidatura, de abrirse al resto de la izquierda y los movimientos, y creo que Pablo Iglesias ya representa en sí mismo suficientemente a Podemos como para que no sea tan necesario el uso de su marca, pero también espero que, si Podemos no renuncia a su marca e insiste en que el resto de fuerzas se sumen a sus primarias, porque Podemos ha nacido de un proceso de movilización masivo desde abajo, porque tiene más de doscientos mil inscritos, porque se decidió así en su asamblea de Vista Alegre con más de ochenta mil votos, el resto de fuerzas sepa asumir la responsabilidad que le exigen ahora a Podemos y no presenten otra candidatura a parte, porque ese es al fin, el desastre que hay que evitar, y tanto abandonar tu marca como asumir la de otro, un mal menor que no puede determinar nuestro futuro, ya no.

Por mi parte, en el ámbito local en el que milito, empezaré a trabajar por esa Unidad Popular desde abajo y en la calle sin la cual ninguna candidatura podrá conseguir gran cosa, aun ganando las elecciones.
 




8 de abril de 2015

¿Y el anticapitalismo qué? Sobre PODEMOS y las Hegemonías de Xavier Domenech

La lectura del libro de Xavier Domenech me está resultando apasionante, principalmente por la activación desenfrenada de los engranajes de mi cabeza. Su mirada de historiador al presente, la lucidez de unos análisis a contrapelo que arrojan luz sobre los procesos políticos que estamos viviendo y hemos vivido en los años posteriores, plantean múltiples reflexiones y preguntas que solo el tiempo, la transformación irreversible del presente, este instante de peligro actual, en pasado responderán. Son preguntas, eso sí, desde una determinada óptica. La convicción de que únicamente superando el capitalismo y construyendo una nueva sociedad sobre nuevas bases, conseguiremos dejar atrás las contradicciones que nos atenazan. La desigualdad, la injusticia, el poder de una minoría sobre la mayoría.

En su brillante artículo sobre la Dama de Hierro y el auge del neoliberalismo, Domenech concluye que la oportunidad que se está abriendo ante nosotros es la de articular un nuevo pacto social, que nos conduzca a una nueva hegemonía sobre las ruinas -y por tanto manteniendo algunos de sus principios, aun aceptados por la mayoría de la población- del pacto social neoliberal.La principal pregunta ante semejante imagen es la de siempre: ¿qué hacer? No hay duda de que PODEMOS ha percibido con la misma lucidez esta ventana de oportunidad y se ha puesto manos a la obra. De ahí el camino recorrido, desde una radicalidad inicial, la del manifiesto MOVER FICHA, hasta la adopción de propuestas entre socialdemócratas y keynesianas que le permitan ocupar el centro político, un espacio amplio compuesto por una ciudadanía que lleva años apuntalando con su voto el proyecto neoliberal.

La siguiente pregunta sería pues, si los anticapitalistas debemos sumarnos o no a este proyecto, y qué supone para nuestra tradición aceptar algunos de los principios sobre los que se construye o se pretende construir esta nueva hegemonía. Por un lado el concepto de "pueblo" como elemento aglutinador de reivindicaciones diversas, que sirvan para construir una identidad colectiva. Por otro, aceptar la lucha política en el terreno electoral y la lucha ideológica en el terreno mediático como los dos principales planteamientos estratégicos.

El éxito de PODEMOS es ahora indiscutible. El problema es que "éxito" es una palabra un tanto ambigua. ¿En qué está teniendo éxito PODEMOS? De momento en constituirse en una alternativa política a los partidos del bipartidismo, en base a las encuestas y a la construcción de una nueva organización de masas. Muy lejos aún del poder político, aún más lejos de poder implementar su programa, y muy, pero que muy lejos de poder impulsar medidas de verdad rupturistas como las presentes en su manifiesto fundacional.

Hay una cuestión importante a tener en cuenta. En esos orígenes, tan lejanos ya en muchos aspectos, el anticapitalismo jugó un papel importante. Este papel se ha visto reducido considerablemente, más allá de algunos individuos en cargos destacados y algunas corrientes internas más o menos organizadas. Pero este anticapitalismo, aunque no puede marcar la agenda de PODEMOS ni su línea política, sí ha tenido cierta relevancia en la base. Es en los círculos, entre su gente más activa, donde el anticapitalismo tiene una mayor presencia. Nada nuevo bajo el sol. Ser una minoría en una organización de masas, dado que el anticapitalismo es una opción menos que minoritaria, forma parte de nuestra tradición.

Una nueva pregunta. ¿Qué papel debemos jugar los anticapitalistas en PODEMOS? Por un lado, ver la realidad más allá del marco de esa ventana de oportunidad que ha motivado a los impulsores del proyecto. Es cierto, como nos cuenta Xavier Domenech, que el neoliberalismo tuvo que quebrar la fuerza de las organizaciones de la clase trabajadora y de la clase en sí para imponerse. Así hemos llegado al momento actual, en el que los sindicatos mayoritarios en este país son menos que insignificantes en este proceso político abierto hace un año. Tampoco se puede negar que las movilizaciones sociales de tipo no sindical, si bien han sido efectivas y útiles, se han encontrado en un callejón sin salida a la hora de conseguir cambios reales importantes. Pero también es cierto que el mundo no está dividido entre "pueblo" y "casta", sino en clases, y que en los momentos históricos en que el pacto social ha generado unos niveles de redistribución de la riqueza y de igualdad, a través del Estado del Bienestar, mínimamente dignos, el capitalismo tenía ante sí alternativas que podían suponer una amenaza para su supervivencia. La Revolución Rusa, los movimientos de resistencia al nazismo, realidades que propiciaron el pacto social posterior a la Segunda Guerra Mundial, que duró hasta los años 70 y finalizó con la entrada en escena de la Dama de Hierro.

Estas y otras experiencias, muchas de ellas relatadas en el libro de Domenech, deben servirnos para comprender la importancia de construir un proyecto anticapitalista, que entienda el papel de las relaciones de clase y de la lucha de clases en la configuración del mundo, pero que entienda también la nueva situación política y asuma un papel destacado, no en la consumación de un nuevo pacto social, sino en la conquista de todas las mejoras posibles en la calidad de vida de los de abajo. Para ello, a veces habrá que aceptar el marco actual, otras, habrá que impugnar todo pacto social que, como ocurrió en el pasado, frene las expectativas y las demandas legítimas que puedan conducirnos a una ruptura con el capitalismo, necesaria para la supervivencia del planeta y de la humanidad.


   





18 de diciembre de 2014

Pablo Iglesias, Gladiator

Después de ver la entrevista que "sufrió" Pablo Iglesias en el canal 24horas de RTVE, volqué unas cuantas refelxiones sobre la imposibilidad de la "casta" de articular discursos críticos contra Podemos con una mínima coherencia, motivo por el cual optan por el ataque visceral, engañoso y demagógico. Ladran, luego cabalgamos, se dice, pero no hay que olvidar que no solo ladran, y que no tardaremos mucho en tener que hacer frente a amenazas reales. Estemos alerta.

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19 de septiembre de 2014

Deshojar la margarita, Catalunya Escocia, Escocia Catalunya.

Desde muchos lugares y posturas se prestó atención ayer al referéndum escocés. La incertidumbre ante cualquier contienda electoral a pesar de las encuestas, deja en suspensión la propia capacidad de reflexión y el pensamiento se queda a la espera, deshojando la margarita entre el sí y el no sin poder sacar conclusiones. Sólo al anunciarse el resultado volvemos a la carga y empezamos de nuevo a reconsiderar las cosas ante el nuevo escenario.
Sin embargo, a veces hay que mirar un poco más allá y plantearse las cosas según el hecho en sí, y no según la consecuencia adaptada a nuestros planteamientos. Es cierto que la victoria del no en Escocia puede tener algunas implicaciones importantes, sobre todo pensando en la situación vivida en el Estado español, y no lo es menos que una victoria del sí hubiera supuesto otro tanto muy diferente, pero caeríamos en un reduccionismo peligroso si nos limitáramos a asimilar las posturas enfrentadas en el Reino Unido a las nuestras, para sacar luego las conclusiones que más nos interesan. Algo, por otra parte, bastante habitual en el terreno electoral, donde es muy difícil que un partido político sea capaz de asumir abiertamente su derrota a no ser que esta sea muy obvia.En un capítulo de la serie House, el sagaz médico atiende a un afroamericano candidato a la presidencia del gobierno. Cuando House se mofa con su habitual cinismo de las intenciones de su paciente, a quien considera seguro perdedor, este le responde con una frase que recuerdo muy a menudo: "Así que es usted de los que piensan que solo ganando se pueden cambiar las cosas".
Cuando se terminan los pétalos, tiramos al suelo la margarita y nos enfrentamos a lo que está por venir. En Escocia ha ganado el no, es cierto, pero la celebración de un proceso democrático en el que el pueblo ha decidido sobre su destino, debería servirnos para reflexionar sobre el concepto de democracia, sobre cómo la experimentamos en nuestro país, y sobre el vínculo entre las tendencias de voto y las cuestiones sociales que afectan a la mayoría de la gente.
La democracia no es solo la voz de la gente, es también su voto. Con él exigen a las instituciones sobre las que recaen las responsabilidades de organizar y dirigir la sociedad, en qué dirección hay que ir. En este sentido, es importante ver que los ciudadanos no siempre están de acuerdo en todo con los partidos a los que votan. El SNP tiene mayoría absoluta en el parlamento escocés, lo cual no significa que pueda obtener una mayoría en un referéndum sobre la independencia. De ahí la importancia de que los ciudadanos puedan emitir su voto sobre cuestiones fundamentales siempre que sea necesario. De ahí la importancia de un referéndum en Catalunya, que no deje un proceso como la independencia en manos de los partidos a través de unas elecciones plebiscitarias o de una negociación entre élites. ¿Qué hubiera ocurrido de someter Aznar a votación la intervención española en la guerra de Irak? Demasiados "tal vez" vienen a la mente, i demasiado dolorosos.
Pero hay que afrontar lo que ha sido sin pensar en lo que pudo ser. No me cabe duda de que Escocia y el Reino Unido tienen hoy más legitimidad democrática, algo que debería pensar mucho el gobierno español antes de tomar medidas ante la convocatoria del referéndum en Catalunya. Pero esta legitimidad puede quedar en agua de borrajas si únicamente se atiende a la cuestión nacional. Con su voto, Escocia ha evidenciado un rechazo a las políticas de austeridad del gobierno de Cameron y de la UE. El voto del sí tiene una clara composición de clase, y responde más a la cuestión social que a la identitaria. Es la voluntad de un cambio político lo que ha escenificado el proceso escocés. Deberán tomar buena noto los unionistas y especialmente los gobiernos europeos. Este cambio, sin embargo, no va a producirse simplemente como consecuencia del referéndum. Ha sido el proceso democrático, al contrario, lo que ha canalizado esta voluntad de cambio mediante una campaña por el sí articulada desde el activismo de base. Que esta energía popular movilizada siga en pie de guerra exigiendo esos cambios, va ser fundamental para que se lleguen a producir.
Es muy difícil no ver paralelismos con nuestro caso. Botín dejó al morir dos preocupaciones: el soberanismo catalán y el auge de Podemos. No hay que ser muy listo para ver que ambos fenómenos empujan hacia la misma dirección: la voluntad de un cambio político en el Estado español, la necesidad de democratizar un régimen que ha vendido la soberanía popular a las clases dirigentes primero, y a la banca internacional después. La celebración del referéndum el 9N, aun recurriendo a la desobediencia civil, va a ser un triunfo de la democracia, con todas las consecuencias que pueda acarrear sea cual sea el resultado. Todo demócrata, sea cual sea su voto o su identidad nacional, debería desearlo, defenderlo y celebrarlo. Luego, quedará el mismo camino que les queda a los escoceses, ingleses y galeses. Que los cambios se produzcan en favor de las mayorías, y que la democracia se imponga a la dictadura de las élites políticas y económicas, ya sean catalanas, españolas, inglesas, escocesas o alemanas.   

16 de septiembre de 2014

Construir Podemos desde abajo

El 15 de septiembre se va a dar el pistoletazo de salida a la Asamblea Ciudadana convocada por Podemos. Un proceso de dos meses que tendrá como epicentro el encuentro del 18 y 19 de octubre, y que sentará las bases de lo que será Podemos a partir de entonces. Un proceso constituyente, asambleario y radicalmente democrático, que establecerá los principios políticos, organizativos y metodológicos según los cuales se regirá la organización.

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30 de julio de 2014

Gaza y la victoria póstuma de Hitler. Sobre la Trilogía de Elie Wiesel

Estoy leyendo la Trilogía de la noche de Elie Wiesel, ficción autobiográfica sobre su cautiverio en Auschwitz, en los campos de exterminio donde vio desaparecer a su padre, su madre y su hermana menor. Historias particulares, la suya y la de quienes le rodean, de las que da testimonio. Historias personales que se suman a las miles de historias que ya he leído en otras ocasiones, de la pluma de otros autores, o en las imágenes de cineastas como Claude Lanzman.  Historias que son iguales y a la vez diferentes. Historias que cuentan la misma historia.
No hay sorpresa en la lectura, pero sí la misma conmoción de siempre, la misma perplejidad. E inevitablemente, en mi cabeza se mezclan las imágenes del libro con las imágenes de Gaza, que nos llegan a través de los medios de comunicación. El libro empieza en Hungría, en una comunidad judía que no quiere creer, que se niega a aceptar las advertencias de un superviviente. Siguen su camino asumiendo la implementación de la sucesión de leyes antisemitas, la desposesión, el confinamiento en el gueto, la deportación, con el convencimiento de que las cosas no pueden ser tal y como les contó ese primer superviviente, que regresó para advertir a sus vecinos y terminó sumido en el silencio.
Una mujer, en el tren, advierte del fuego amenazante señalando la oscuridad de la noche. La toman por loca y la hacen callar a golpes. La escena se repite cada noche, hasta que un día, la mujer no señala la oscuridad de la noche sino la hoguera donde quema los cuerpos a las puertas de Birkneau.
Solo ante las puertas del crematorio, finalmente comprenden.
Hoy, yo soy el loco. Yo y mucha gente como yo que llevamos años señalando con el dedo el genocidio en Gaza. Y la comunidad nos trata de locos, nos ignora, nos niega. ¿Hemos llegado por fin delante del fuego? La respuesta solo puede ser negativa. ¿Cuántos gobiernos en el mundo han tomado medidas administrativas contra Israel, expulsando a sus embajadores y rompiendo relaciones diplomáticas? ¿Tres?
Hace tiempo que sé que el Holocausto no lo cometieron los alemanes, como hay quien cree. Lo cometieron los nazis. Los nazis de toda Europa aupados al poder con la complicidad de los poderosos, empresarios, banqueros, iglesia, e incluso los gobernantes de aquellos países donde los nazis no llegaron a gobernar. Su motivo: el anticomunismo. También hoy la situación es parecida. No los judíos, el sionismo en el poder aupado por una sociedad enferma, una sociedad de yhadistas, como dice Santiago Alba Rico, Israel, el país árabe con más yihadista, capaces de degollar niños y niñas ante las cámaras para defender su ideal de Estado judío, con la complicidad de los poderes y poderosos del mundo.
La Trilogía de Wiesel se sitúa en Hungría. Los judíos húngaros fueron deportados y exterminados en 1944, casi al final de la guerra. El gobierno húngaro no tuvo una actitud complaciente con el antisemitismo nazi, hasta que en el 44 el Partido Fascista toma el poder tras un golpe de estado. Los acontecimientos se precipitan. ¿Quién ostenta el poder hoy en día en el mundo? ¿De qué son capaces? ¿Hasta dónde son capaces de llegar, con qué complicidades, para lograr sus objetivos? El gran Israel, la hegemonía occidental, la extensión del libre mercado. Es la victoria póstuma e Hitler de manos de sus propias víctimas. Ironías de la historia.
Narra Wiesel que al llegar a Aushcwitz un preso les reprende al ver su sorpresa. ¿1944, estamos en 1944 y no sabéis lo que ocurre en Auschwitz? Tres, cuatro años de Holocausto.
El genocidio de los palestinos empezó en 1948, y aún hoy mucha gente no sabe o no quiere saber. Esa también es la victoria póstuma de Hitler. 

9 de julio de 2014

Monumental derrota, 160 a 1, 37 a 0

Hoy me levantaba por la mañana y me conectaba a la red. En la portada de la web de El País, la monumental derrota de Brasil a manos de los alemanes en la sefiminal del mundial de fútbol. Derrota histórica. Humillación. Lágrimas de los jugadores, de la hinchada (la mayoría blanca). Fervor desatado. Un poco más abajo, ocupando una sola columna, el titular que informa de las 160 acciones militares de Israel sobre Gaza. No hay derrota, no hay humillación, y lo más importante, no hay historia.
Porque ya hace años que la violencia desproporcionada, atroz, injustificada e injustificable de Israel contra el pueblo palestino ha perdido su lugar en la historia. En Palestina nunca pasa nada porque cada día ocurre lo mismo, y ya a nadie le interesa, no hay novedad, no hay acontecimiento, no hay espectáculo. Ni siquiera el espectáculo de la violencia. Veo fotos en facebook y no podemos saber si son verdaderas o falsas. Hay gente muriendo en ellas, sí, pero ¿son de hoy? ¿son de ayer? ¿son del año pasado? Da igual. Siempre habrá un periódico que rescate alguna foto de algún atentado para intentar generar en la opinión pública esa sensación de equidistancia, de reciprocidad, que tienen muchas personas bienpensantes que aun creen que la actitud más humanitaria es condenar por igual a unos y a otros. Atajo de ignorantes desalmados. Tal vez nos interese a nosotros y nosotras, las personas que tenemos corazón y que creemos, por encima de todo, que la defensa de unos intereses políticos egoistas o de un territorio, no justifican la masacre, la injusticia, la opresión, la limpieza étnica. Tal vez podamos hacer algo, contar, escribir, o simplemente intentar evidenciar ciertas cosas que a mucha gente se le pasan por alto.
En el título y en la entradilla, El País crea un doble juego juntando frases. En el título une las 160 acciones militares con el lanzamiento de cohetes hacia Tel Aviv. En la entradilla, los 37 muertos palestinos con un único cohete palestino que ha caído a 115 km de Gaza. El intento de seguir distorsionando la realidad, conduciendo la mirada de los lectores hacia una idea que refleja sus propias inclinaciones, sus filias y sus fobias, sin ningún contacto con la realidad, me resulta aborrecible, repugnante. ¿Qué hacer que no hayamos hecho ya? Se me ocurre usar un recurso parecido y junto estas dos imágens, por si despiertan algo dormido en el interior de alguien.



                                                       

Pablo Iglesias y el virus Lula

El 1 de enero de 2003 empezó el mandato de Lula en Brasil. El PT llegó al poder aupado entre otras cosas por los movimientos sociales del país, muy especialmente el Movimiento de los Sin Tierra, que luchaba y lucha por una reforma agraria mediante la ocupación de tierras improductivas en manos de los grandes terratenientes. Dicha reforma era un punto fundamental en el programa electoral del PT.

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Podemos 14J: ¿democracia vs. democracia?

El sábado 14 de junio se celebró en Madrid un encuentro de Podemos, que debía servir para sentar las bases de la organización de la Asamblea Ciudadana que tendrá lugar en otoño. Esta asamblea concluirá un proceso constituyente en el cual se decidirá qué es Podemos y cómo se organiza. Al acto acudieron cientos de personas, muchas de ellas desplazadas de fuera de la capital representando a sus círculos. Fue un éxito de participación que viene a sumarse a tantos otros cosechados hasta ahora por el proyecto.

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27 de mayo de 2014

Choca, colega

Decía un filósofo que una imagen de la realidad se parece más a la realidad que la realidad misma. Una reflexión muy pertinente en un mundo dominado por las imágenes, a través de las cuales se transmite una idea del mundo. Ahí radica su fuerza. Una ficción compone todo nuestro imaginario colectivo respecto a la realidad, y lo hace precisamente porque es presentada en forma de imagen a través de los medios de comunicación. Creemos ver personas cuando en realidad estamos viendo personajes, que actúan en función de aquello que se espera de ellos como personajes.
Pero hay veces que la persona que encarna esos personajes es traicionada por su propia humanidad a través de las emociones, y su forma de reaccionar trasgrede todos los parámetros de conducta preestablecidos e impuestos por esa ficción. Se rompe el encanto y se crea esa imagen de la que hablaba el filósofo, una imagen-grieta por dónde emerge la realidad, dejándonos atónitos.
Una de estas imágenes, tal vez la más impactante, fue la de dos aviones estrellándose en las  Torres Gemelas de Nueva York. Imágenes fruto de la emoción de los ciudadanos ante el momento, no de la intervención planificada de un profesional. Una ficción llamada el Fin de la Historia se derrumbó ante millones de espectadores en todo el mundo. Por eso esas imágenes fueron repetidas una y otra vez, una y otra vez de forma convulsa en las primeras horas, con el vano fin de convertirlas en imagen televisiva, en algo que ocurrió en la realidad de la televisión, en esa ficción que continuaría luego con la Guerra Contra el Terror.
En un entorno más próximo, el beso que Iker Casillas le dio a su novia Sara Carbonero mientras esta le entrevistaba a pie de campo después de ganar la final del Mundial de Sudáfrica, sufrió la suerte contraria. Ni se volvió a ver ni se comentó. Algo tendría que ver el pudor y el respeto a la profesionalidad de Sara Carbonero. También la trasgresión evidente. Para mí esa imagen ha sido una de las más bellas que he visto en televisión, porque mostró como la emoción del momento convertía a dos personajes en personas reales, que dejaban de actuar cómo debían actuar sus personajes para actuar según les dictaban sus emociones reales. Una imagen que denunciaba la existencia misma de la ficción.
Otra imagen reciente ha pasado más desapercibida, pero contiene una carga de realidad mucho más profunda, porque es una realidad oculta que compone las infraestructuras de nuestra sociedad, aquello que la ficción diaria pretende ocultar precisamente. Cuando el Real Madrid marca el 2-1 en la final de la Champions contra el Atlético de Madrid, el presidente Florentino Pérez rompe el protocolo y la disposición de personalidades en el palco para dar la mano al expresidente Aznar, que a su vez también se ha levantado, correspondiendo al gesto. Su sonrisa es sincera, pero no solo hay alegría. Hay complicidad.
Este gesto muestra que quienes ocupan el palco de honor no lo hacen solo en calidad de personalidades institucionales sujetas al protocolo establecido. Son a la vez amigos y cómplices. La persona suplanta al personaje. El gesto sugiere años de relación, de conversaciones, de intimidades, de intercambio de opiniones, sentimientos y ambiciones. Todo lo que supone, al fin y al cabo la amistad. Esa complicidad, sin embargo, es más relevante, contiene una mayor significación simbólica, porque es la amistad entre uno de los mayores empresarios del país con un ex presidente del gobierno. El que tiene amigos puede imaginarse perfectamente el contenido de esas conversaciones. Complicidad en los logros. Cómplices en las consecuencias.
Pero tal vez no sea cierto. Una imagen no es más que una imagen. Descontextualizada, no significa gran cosa, no enseña más que lo que enseña. Dos amigos celebrando algo. ¿Qué tiene de malo? Pues la cosa es que el contexto existe: un palco de honor para personalidades, un partido de fútbol, un presidente y un expresidente, un país, una política económica, una crisis y todo lo que configura el mundo alrededor de esos dos amigos, que chocan con mirada cómplice ante los ojos atónitos de millones de espectadores, afectados también por ese gol celebrado, pero alejados de esa complicidad, víctimas, en realidad, de esa complicidad. La imagen, lo dice todo.
         

8 de mayo de 2014

Entrevista a Pablo Iglesias: “Para poder ganar hace falta convertirse en pueblo”

Hace unas semanas entrevisté a Pablo Iglesias para la revista LA HIEDRA. Fue una conversación muy corta, a penas 20 minutos, en la redacción de Público, brevedad obligada por su apretada agenda. La entrevista se terminó por escrito, y espero que sirva para ir un poco más allá de los mensajes y proclamas repetidos en numerosos discursos y lugares, convertidos ya en lugar común de este nuevo e ilusionador proyecto que es PODEMOS. 

16 de abril de 2014

Porque Alfonso Rojo nos insulta y porque no hay que darle las gracias

Anda el río revuelto con los insultos de Alfonso Rojo, que no voy a repetir aquí, dirigidos a sus compañeros (o acompañantes, mejor) de tertulia en la Sexta, Pablo Iglesias, Ada Colau, y a sus seguidores. Las reacciones suscitadas a raíz de tal espectáculo, han puesto en evidencia el carácter y la idiosincracia de estos personajes vinculados a la derecha mediática. Prepotentes, chulos, groseros, salvan con insultos su falta de argumentos, y de esa forma favorecen a sus contrincantes, quienes aparecen ante el público como personas más moderadas, educadas, decentes. Es por este motivo que en un blog de la web de Público alguien escribe dándole las gracias a Alfonso Rojo por evidenciar lo que nosotros, los piojosos, ya sabemos.
Sin embargo, soy muy reticente a minusvalorar a la gente en general, y tiendo a intentar encontrar una razón lógica incluso a los comportamientos más estúpidos. Parece obvio que los de Rojo y su camarilla lo son, por la mala imagen que trasciende de ellos, y uno no puede dejar de preguntarse, atónito, como puede ser que muestren semejante desfachatez de forma tan ligera. Pero si suponemos que la respuesta a tal pregunta no es la aparente estupidez, ¿cuál es entonces?Me aveturo a dar dos respuestas, ninguna de las cuales nos empuja a darle las gracias a nadie, sino más bien todo lo contrario.
La irrupción en programas de debate de ámbito estatal de personajes como Ada Colau y Pablo Iglesias, se debe a cuestiones coyunturales. Cuestiones que no voy a especificar aquí y que les convierten en elementos positivos para los índices de audiencia. La crisis y las políticas de los sucesivos gobiernos del PSOE y del PP, han propiciado que la gente en general se muestre más abierta al tipo de ideas y de pensamiento crítico que ha estado ausente de los medios de comunicación de masas. Lo importante de Pablo Iglesias en la tele es que dice cosas que nunca se han dicho, cosas que contradicen el discurso dominante y a los tertulianos de siempre. La tele, por otro lado, es un altavoz inédito para esas ideas, independientemente del resultado de los debates o de lo solvente de los argumento de los contrincantes.
En el momento en el que alguien como Alfonso Rojo empieza a insultar, la exposición de argumentos queda anulada por el enfrentamiento y las consiguientes reacciones a posteriori, que tienden a medir a los personajes y a su integridad moral dejando de lado sus ideas. Al menos esto es así para la mayoría de la gente que no comparte de antemano las opiniones de cualquiera de los dos, llamémosle, bandos. Al fin y al cabo, que Pablo Iglesias o Ada Colau sean personas decentes y educadas no les da la razón, y que los otros sean lo que sea que son, tampoco se la quita. El gran sacrificado es el debate real, sacrificado en el altar del espectáculo, donde tanto da el "rojo de mierda" como el "por mi hija mato".
Por otro lado, cabe destacar que el contexto actual también es propicio para el auge de la extrema derecha, como hemos visto en Grecia y estamos viendo en otros rincones del mundo. Con la extrema derecha viene la violencia política, racista y homófoba, y me pregunto que papel podrían tener en tal escenario unos insultos que sin duda agitan el ambiente, seguramente no solo en el sector de la izquierda, los piojosos, sino también entre los fervientes seguidores de Rojo y compañía. No olvidemos que "piojosos" ha habido muchos en la historia, ni cual ha sido el trato que les han dispensado la derecha de cualqueir calaña.
Nada que agradecer.

11 de abril de 2014

Operación Palace, más allá de la controversia

Jordi Évole provocó, con el programa emitido el pasado 23F en la Sexta, una serie de reacciones encontradas tanto en las redes sociales como en la prensa. El ruido mediático, como cualquier otro ruido, puede hacer imposible escuchar los sonidos inteligibles, y del mismo modo, las polémicas que nacen de reacciones viscerales, referidas al engaño, la frivolidad, el asombro o la indignación, pueden dejar a un lado las reflexiones esenciales que deberíamos hacer a partir del fenómeno, por otro lado nada nuevo, de la emisión de una noticia o investigación periodística deliberadamente falsa (aunque todas las noticias falsas lo son).
En este sentido, creo que es esencial partir de la base de que, una vez visto lo visto, el programa de Évole no se trataba de un documental o de un reportaje histórico, sino de una ficción, y como tal su objetivo no era narrar unos hechos reales, sino acercarse de manera reflexiva a una cierta verdad, algo que no tiene tanto que ver con los hechos en sí sino con lo esencial del ser humano y su entorno, en este caso social y político. Verdad y esencia son conceptos un tanto abstractos y difíciles de definir, y por tanto están sujetos a la subjetividad del espectador. Pero hay dos cosas que a mí me gustaría resaltar sobre Operación Palace. Por un lado, el tema (toda ficción lo tiene) es el poder en sus diferentes facetas, principalmente el poder político y el poder de los medios de comunicación, y cómo este se moviliza y se articula, más allá de sus diferencias, para conseguir un objetivo concreto a espaldas de la población. Puede que los hechos concretos referidos a un complot para orquestar un falso golpe de estado no sean ciertos, pero la dinámica del poder mostrada, la de las reuniones a puerta cerrada donde se dirimen las cuestiones importantes en base a los intereses de los presentes y a espaldas de los demás, refleja una realidad cuyas consecuencias estamos sufriendo hoy en día, y que llevó al movimiento 15M a lanzar desde las plazas su ya famoso grito “no nos representan”.Por otro lado, conviene resaltar el papel que un personaje como Jordi Évole está jugando hoy en día en la sociedad española, un papel nada desdeñable y que ha provocado que muchos se sintieran defraudados o traicionados al no encontrar en su programa sobre el 23F aquello que esperaban.
No hace mucho, una veterana periodista de TVE que había estado al cargo del programa Informe Semanal, actualmente relegada por el PP a programas de tercera línea, me comentó que hoy en día, quienes hacían verdadero periodismo en este país, quienes hablaban de lo que se tenía que hablar y hacían las preguntas que se tenían que hacer a quienes se tenían que hacer, eran El Wyoming y Jordi Évole. Es sintomático que sean dos humoristas al cargo de sendos programas de entretenimiento quienes cumplan esta función. El periodismo está en crisis, ya lo sabemos, pero tal vez nos hemos acostumbrado demasiado a que el periodismo real se haga desde los medios alternativos y minoritarios mientras El Intermedio y Salvados quedan como oasis en el desierto. Es cierto que la precariedad laboral dificulta mucho la labor de los periodistas de a pie, y que las nuevas tecnologías abren una vía asequible para quienes no quieren someterse a la política editorial de los grandes medios, pero es justo y necesario que se exija a quienes tienen en su poder los medios de producción de noticias, que ejerzan ese poder con la responsabilidad que requiere una actividad fundamental para el funcionamiento de una sociedad democrática.
Jordi Évole ha conseguido una gran audiencia gracias a un engaño. Y no me refiero a la farsa que relata Operación Palace, sino al hecho de que todo el mundo esperase una investigación seria sobre el 23F y se encontrara una ficción provocadora. Es lógico sentirse ofendido y traicionado, pero tal vez no deberíamos dirigir nuestro enfado contra un humorista que, al fin y al cabo, bien o mal sí ha hecho su trabajo: un programa de entretenimiento.

1 de febrero de 2014

¿Cómo hacer frente a la ofensiva ideológica del PP?

Hace poco leí el libro de Susan George EL PENSAMIENTO SECUESTRADO, que relata, desde la perspectiva de 2007, aun con Bush en el poder, como la derecha laica y religiosa se organiza para el combate por las ideas. Cuestiones de hegemonía, decía Gramsci. Y parece que los ricos en EEUU leyeron y aprendieron. En la década de los 70 se dieron cuenta de la fuerza que tenían las ideas de izquierdas, especialmente entre la juventud y los estudiantes, y decidieron que no podían quedarse impasibles ante esa situación.
Controlaban el poder económico y el poder político, pero la opinión pública seguía siendo una fuerza incontrolada e incontrolable capaz de hacer fracasar sus planes y objetivos. El libro trata extensamente la democracia estadounidense y el papel de los lobbies de presión, pero la parte más interesante es la que se refiere al esfuerzo de los poderes económicos y financieros más conservadores para crear sus propios intelectuales orgánicos a través de una estrategia constante de financiación y promoción a cargos públicos, académicos, periodísticos y mediáticos.A través de fundaciones con nombres ambiguos que ocultan su verdadero objetivo, y mediante la inyección de grandes sumas de dinero durante largos periodos de tiempo, el capitalismo norteamericano  ha conseguido contrarrestar esa preeminencia de las ideas progresistas que veían con temor en los ya lejanos 70.
Aquí en Europa hemos hablado a menudo de la crisis también como de una crisis de hegemonía. El 15M y la tendencia de los votantes a abandonar el centro político hacen pensar que la gente ya no cree las mentiras del sistema, al que perciben como voraz, injusto y corrupto. Y es en este contexto que el PP está impulsando sus leyes más retrógradas, leyes cargadas de ideología, incluyendo una reforma de la educación que impone la religión católica y sustituye Educación para la ciudadanía por una nueva asignatura de carácter claramente conservador.
¿Cómo deberíamos interpretar las palabras de Gallardón defendiendo su ley del aborto como una ley progresista que nos va a situar a la vanguardia de Europa? ¿Ha tomado nota la derecha española de las estrategias utilizadas por los conservadores estadounidenses? Es difícil de decir. Lo que está muy claro es que la política del PP no está condicionada solo por la economía. No se trata solo de austeridad, de defender los beneficios a costa de las condiciones de vida de la mayoría. Hay una clara intención de transformar la sociedad en el terreno ideológico, y esa es una de las funciones importantes de las leyes impulsadas por Gallardón y Wert.
¿Qué podemos hacer nosotros? Ante todo no perder la calma. Yo he tenido pesadillas mientras leía sobre las tropelías del Tea Party y veía a Gallardón en el telediario. Lo importante es comprender cual es nuestra fuerza. La fuerza de la realidad. Decía Howard Zinn que descubrió lo absurdo de las ideas dominantes en su país y del ameican way of life al ver que sus padres se mataban a trabajar sin salir de pobres. Eso no significa que las ideas en la cabeza de la gente cambien automáticamente, significa que las contradicciones no se pueden ocultar permanentemente, y que siempre va a haber focos de resistencia que cuestionen el status quo. Pero haciendo el camino inverso, no es una cuestión ideológica. Es la lucha de clases. La reforma laboral, la LOMCE, la ley del Aborto de Gallardón tendrán consecuencias negativas que afectarán de forma especialmente sangrante a la clase trabajadora, a sus hijos e hijas y a sus mujeres. Eso va a chocar inevitablemente con los mensajes que nos lanzan constantemente, mensajes que quieren hacernos creer que sus reformas nos traerán una vida mejor.
Pero si las contradicciones no se pueden eludir, ¿para qué la ideología? ¿Por qué ese esfuerzo de la clase dirigente, ya sea en EEUU o en nuestro país? La realidad nos enfrenta con las contradicciones, y las contradicciones abren la puerta a los cambios en la mentalidad de la gente, en su forma de pensar, pero tampoco las cambian automáticamente. Es en este contexto, en un contexto de crisis, que la ideología y el combate por las ideas tiene sentido.
Un periódico como En lucha puede considerarse una contraparte de esas fundaciones e intelectuales de derechas. Una contraparte muy modesta y con muchas limitaciones, porque no tenemos grandes sumas de dinero ni influencia en los círculos del poder mediático. Nuestra fuerza estriba precisamente en la comprensión de las dinámicas de transformación que operan durante las crisis, cuando las personas que normalmente acatan el estado de cosas reinante se movilizan ante una situación de creciente injusticia. Es la lucha de clases, decía, y es en el fragor de la lucha cuando las ideas cambian. Por eso no basta realizar un buen periódico, con un aspecto profesional y buenos análisis de la realidad, hay que llevar el periódico físicamente a la gente que lucha, para demostrar en la práctica que el periódico es una herramienta para la organización y acción colectivas. No solo producimos un periódico, lo vendemos, lo compartimos, lo enseñamos, debatimos políticamente entre nosotros y con la  gente y nos organizamos a través de todos estos procesos. Por eso cuando vemos los informes de las ventas del periódico En lucha no debemos pensar en si el periódico gusta o no gusta, si es atractivo para la gente o conecta con la realidad. Hay que pensar en la cantidad de activistas que han participado en actos o movilizaciones. la cantidad de activistas que han llevado el periódico a su lugar de trabajo o a su barrio. Porque es en el periódico donde una organización revolucionaria consigue articular la síntesis entre teoría y práctica. El éxito de un periódico revolucionario no es el éxito de un grupo de expertos en comunicación y prensa, sino el éxito de un puñado de activistas en su empeño por construir una organización útil para la lucha de clases, y ese debe ser nuestro empeño.